23 de marzo de 2016

De improvisaciones y obras inacabadas


Siempre me ha gustado dejar terminados mis trabajos, y hasta ahora solía respetar mis horarios para cumplir con mis proyectos en el tiempo previsto. Pero ahora creo que me hago mayor, y quizás porque voy más despacio, acepto mejor lo inacabado, o será que cada día veo por ahí cómo las obras terminadas conviven con los proyectos en construcción, en todos los terrenos: los artistas abren sus talleres, los músicos explican cómo trabajan y muestran sus ensayos y grabaciones... y las bambalinas, la trastienda tiene tanto interés cómo el producto final.

Sin embargo todavía me resulta difícil compartir mis borradores... Antes de escribir este post estaba convencido de que mis lectores merecían un artículo preciso y bien reflexionado como me pidió Georgina, y aquí me tenéis improvisando estas líneas sobre trabajos inacabados e improvisaciones que no son lo mismo, y sin embargo comparten dos características: no están bien pulidas, ni listas para el aplauso. Y por esto pueden resultar ambos menospreciados por quien espera del artista una obra bien redondeada.

Y en plena reflexión improvisada, me viene a la cabeza el ejemplo de Chopin, el extraordinario improvisador. Quienes tuvieron la suerte de escucharle improvisar en los salones parisinos dejaron el testimonio de que sus composiciones no alcanzaban la genialidad de sus improvisaciones. Él mismo era consciente de ello y en conversación con su amigo el pintor Delacroix compartía sus frustración al no poder capturar y pulir ese momento como un pintor puede hacer con un boceto para convertirlo en el óleo terminado: Chopin creía que el óleo era la sublimación del boceto, mientras que sus bocetos musicales poseían más fuerza que sus obras acabadas.

"De regreso de Gryzmala, hablamos de Chopin. Me contaba que sus improvisaciones eran mucho más valientes que sus composiciones acabadas. Para eso sin duda era como un boceto del cuadro comparado con el cuadro terminado. ¡No! No se estropea el cuadro cuando se completa!" Eugène Delacroix 

Cuando compuso su Fantasía-Impromptu, en un intento de reproducir la frescura del impulso creador en la improvisación, no quedó satisfecho, y le hizo obsequio de la partitura a su amigo Fontana con la condición de que no fuese publicada hasta después de su muerte. Hoy seguramente Chopin hubiera grabado sus improvisaciones y probablemente la hubiera compartido, quién sabe.  No puedo evitar dejaros aquí esta obra que es una de mis preferidas de Chopin.


   
La vida es un proyecto en construcción, una obra in progress/en progreso y si tienes algo que valga la pena compartir, no siempre es necesario pulirlo, basta con presentarlo dignamente. Al fin, todo lo que hace el ser humano interesa porque es humano, y si te lo cuenta un artista, mejor. Por eso, me traigo esta recomendación del libro de Austin Kleon que me regaló Georgina: Think Process, Not product! / ¡Piensa en el proceso, no en el producto!... Procuraré aplicármelo.